DE PROPIOS Y EXTRAÑOS: TIEMPO EXTRA

Hace más de un mes fue el día uno y luego el día siete y ahora es mejor no contarlo. Dícese de la cuarentena "en medicina, es un término para describir el aislamiento de personas o animales durante un período de tiempo no específico como método para evitar o limitar el riesgo de que se extienda una enfermedad, ​o una plaga". Pienso que también se debería añadir que es una oportunidad un tiempo extra para la humanidad.

Es el día número no sé cuánto de la pandemia y todo parece indicar que nos vamos para una cuarentena más larga. Dos días antes del 16 de abril me encontraba en mi negocio conversando con los vecinos, planificando otra sesión de fotos o una entrevista, caminando de regreso a casa o saliendo a cenar con mi compañero, es decir todas esas actividades que hacía normalmente cada semana hasta que de pronto todo se detuvo. 

Zas! Lo primero que escuché de una amiga era que la gente estaba yendo a comprar papel higiénico, ¿realmente? El único recuerdo de algo similar a una emergencia sanitaria que registraban mis recuerdos era la epidemia del cólera a principios de los años noventa o los tiempos nefastos de la época del terrorismo con el toque de queda. 

¿Cómo se prepara uno para afrontar una situación donde la vida cambia de pronto y en tu agenda el headline es QUÉDATE EN CASA? Pienso que no existe un libro que te pueda dar la fórmula porque tienes que vivirlo para contarlo.

De pronto y sin advertencia todo se colocó en una especie de ralentí o racconto una cámara lenta sin guión. El menú de hace unos días había cambiado drásticamente, ahora el país entero se encontraba en estado de emergencia nacional, había normas y reglas muy estrictas que cumplir. 

Primero empecé a ver muchas noticias pero terminé infoxicado porque uno se harta de ver tantas malas noticias juntas como todo lo que falta en el sistema de salud o saber las cosas que no tenemos. Antes de esto los canales de señal abierta nos daban la primera plana de crímenes y asesinatos. Mi dosis se conformaba con el aló presidente al mediodía, un poco de updated noticioso al amanecer y otro tanto al anochecer. 

Lo mejor era cambiar de plan y adecuarse a uno más realista para tan largo aislamiento social obligatorio, así que poco a poco empecé a re programar actividades que habían quedado pendientes debido a la procrastinación y descubrí que estas cosas eran muchísimas. Así que manos a la obra señores. 

Soy una persona hogareña pero también alguien que le gusta hacer cosas fuera de casa, esto requería de ajustes por aquí y por allá. En un momento pensé enumerar los días con el hashtag e ir actualizando mis redes sociales pero lo cambié grabando vídeos cortos donde hablo de pasatiempos, películas y poemas; entre otros temas. 

Hacer un diario sería un reto muy disciplinado como aquel que se me ocurrió en 1997. La verdad que el confinamiento no me aburre, extraño cómo no salir a la chamba por las mañanas y regresar por las noches, caminar por la calle escuchando el Spotify, dar una vuelta por ahí, sentir la brisa del mar cuando ibas por el malecón en Miraflores y tantas otras que por el momento sólo puedo dibujar en mi mente. 

¿Estamos encerrados o lo estábamos en nuestra zona de confort? ¿Éramos libres o no? Muchos empezaron a hablar de volver a la normalidad, pero ¿cuál era esa normalidad? Sí, lo tengo, estaba a la vuelta de la esquina: la violencia, la corrupción, la desigualdad, la anomia, la discriminación, la contaminación, el ruido de los claxons, el tedio de la ciudad, las horas en un sucio bus, todo lo malo de una ciudad caótica se fueron de pronto. 

El pasado, el presente, el futuro. El futuro, el presente, el pasado. Renacer. Transformarte. Aprender. El tiempo una vez más y las estaciones otra vez. La tierra, el mar, la noche. El otoño es oficial; sin embargo el calor todavía se cuela por los techos y el cuerpo. El tiempo se ha relajado, no quiere ser ese tirado de los días y de las noches. Comes más, duermes más, piensas más, sueñas más. Hace poco le saqué marzo al almanaque. Abril. No estoy solo en casa sino con más personas así que no siento esa pegada que podría estar pasándola alguien sin familia o amigos, sin mascota o sin nada, sin comida, sin techo, sin abrigo, sin dinero. Los ciudadanos que sobre en un país que alguna vez se jodió o lo jodieron. Agradezco tener lo que tengo. 

Los ejercicios ayudan, los clásicos de cine, las siestas, los documentales, los buenos libros, la fotografía, los vecinos de la casa, mi smartphone, el porno, los platos de la cocina, Víctor y Misha de Cat. Me gustaría tener a mis padres cerca pero hablar con ellos por celular me hace pensar que están a mi lado e igual el WhatsApp grupal donde hablo con mis primos.  

Estoy seguro que esta crisis que nos ha producido mucha angustia e incertidumbre es un desafío para superarlo. Quisiera ver todo esto como una nueva oportunidad, esa nuevo camino, otra ventana. Sí lo es, tiene que serlo. A veces pienso que todo esto parece una película. ¿No que uno veía estas cosas tan solo en Hollywood o leía en un best seller? No es una pesadilla, es real. Me pellizco, vaya que lo es. 

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