¿EN QUÉ UNIVERSIDAD ESTUDIASTE?

Hace unos meses me topé en Netflix con el filme documental Operation Varsity Blues: The College Admissions Scandal protagonizado por el actor nortemericano Matthew Modine y dirigido por Chris Smith, acerca de los sobornos que hizo Rick Singer a universidades para que los hijos de algunas familias adineradas estadounidense sean admitidos. El escándalo se produjo cuando se dio a conocer que los hijos de actrices populares como Felicity Huffman o Lori Loughlin también estaban en esa lista. El objetivo: hacer trampa para que sus hijos ingresaran a universidades elitistas. Y no es que en el Perú se haya producido algo semejante pero ¿es que acaso no es cierto que cuando uno anda en búsqueda laboral y en tu CV señala que provienes de una universidad privada top entonces tus oportunidades son mayores?

 ¿Existe clasismo por la universidad de procedencia en el Perú?

Nunca en mi vida me he sentido discriminado por la universidad de la cual provengo tampoco me he sentido inferior a ninguno de mis colegas. Recuerdo muy claramente la primera vez que me presenté ante mis compañeros de trabajo allá por el año 2001 en el área de prensa de la entonces web decajon.com, una de las primeras preguntas fue ¿en qué universidades has estudiado? Todos menos yo en universidad particulares limeñas. Yo venía de la Universidad Nacional del Santa en Chimbote. No era la de Lima o la PUCP o la del Pacífico. Para nada. 

Antes el colegio era una marca de clase, ¿aló Markham o Humbold?, ahora lo es la universidad. Mis padres pensaron que si me ponían en un colegio de curas tendría la moral cristiana como premio y si era particular mis opciones serían mejores en el futuro. Pero ¿qué ocurre en la práctica en lo real?  Como lo señala la antropóloga Karina Pacheco, en declaraciones al canal de noticias France24: "Existe una idea distorsionada de lo que significa tener educación. Tenemos esta idea esquizofrénica, enfermiza, de que si hemos pagado el colegio, la universidad o un club más caro, eso nos hace ser una persona más racional, cuando no es así y se reproducen actitudes arcaicas, ridículas. Creemos que quitarle derechos a las personas nos da poder. Es como cuando la gente compra un auto. Al tener ese poder adquisitivo, lo muestra conduciendo, y siente que puede atropellar los derechos de cualquier persona".

¿Qué propósito real tiene la pregunta en qué universidad estudiaste? Funciona como una radiografía social para que la persona que tienes en frente sepa tus orígenes dentro de su escala de prejuicios. Una forma encubierta de segmentar, estereotipar y encasillar. Por supuesto que esto no se hace de forma tan rochosa porque conforme van saliendo las preguntas te ubican en su mapa antropológico. Porque si estudiaste en un colegio o universidad nacional estás la escala de los clasistas en un rango inferior en un nivel distinto. El mundo visto desde un solo lado, desde la posición de los que miran tan solo un lado del espejo. 

En tal sentido Rubén Quiroz Ávila, Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, profesor universitario señala: "Ese mapeo de segregación se extiende a la vida universitaria por una cadena de estereotipos de tal magnitud que es sorprendente, incluso, que parece que solo coexisten accidentalmente en un espacio llamado Perú, pero que apenas dialogan entre ellos. Son como múltiples capas de cebolla sociales en la que hay apenas vasos comunicantes salvo el de la subordinación. Entonces, las universidades son también un campo de batalla simbólico abundante en suspicacias y visiones incompletas del otro. Son ubicadas por sus supuestas tendencias ideológicas, divididas por la capacidad de pago de sus estudiantes, definidas por sus ubicaciones geográficas o segmentadas por lo que hacen sus autoridades."

Sería genial afirmar que las representaciones sociales han cambiado y que la narrativa de inclusión, equidad e igualdad funciona en un país pluricultural como lo es el Perú; sin embargo esa diversa potencialidad no brilla plenamente porque las universidades todavía están limitadas por toda esa pléyade de aspectos negativos que como sociedad no nos permite avanzar sino todo lo contrario. Quiróz Ávila agrega: "El impacto negativo es inmenso desde una cultura repleta de arbitrariedades e interpretaciones siniestras. ¿Cuánto talento se ha perdido y marginado por el racismo, la discriminación por orientaciones sexuales, por género, por centralismo, por la forma de hablar o por el lugar donde viven? Cuando todo ese conjunto de recelos se convierte, como ahora, en una perversa rutina que impregna las industrias, los medios de comunicación y hasta los vínculos amicales, estamos ante una grave situación que hay que detener."

¿Cómo lo detenemos o cómo lo cambiamos? Con los mensajes que enviamos, con las cosas que decimos, con las afirmaciones que hacemos. Abriendo la mente para comunicar más diversidad menos clasismo. 

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